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Coordinador:

Prof. Alejandro Ochoa

 

Tema de investigación

El propósito del curso de postgrado es contribuir con la comprensión y el diseño de las organizaciones públicas en Venezuela teniendo como marco conceptual de referencia el Desarrollo Endógeno. El trabajo en el postgrado consistirá en la comprensión del sentido del Desarrollo Endógeno a través de una revisión crítica de su concepto. Esta revisión crítica está centrada en la pertinencia y relevancia del concepto de Desarrollo Endógeno para la constitución de una sociedad autopoiética, es decir, de una sociedad que desarrolla la capacidad de crearse a sí misma. La constitución de esta sociedad supone el proceso de reconstrucción de un substrato cultural que constituya de forma holística los espacios de encuentro entre los miembros de la sociedad y las formas de gobierno que para esa sociedad se definen. Sobre esa base se esclarecen los fundamentos conceptuales para la transformación estructural de las instituciones públicas en Venezuela y la reflexión metodológica para comprender el aporte de la Sistemología Interpretativa.


Intentar explicar el sentido que tiene el estudio de esta temática, requiere desplegar las condiciones en las cuales se formula la pregunta por el sentido de las organizaciones públicas en la Venezuela del presente. Para ello se presentan dos escenas. La primera está referida a la necesidad de una plataforma sistémica para el estudio y diseño de las organizaciones públicas y el problema del desarrollo. La segunda está referida al problema de la legitimidad y constitución del bien público en las sociedades marginalmente modernas, como lo es el caso de la sociedad venezolana y, en general, de la sociedad latinoamericana.


La búsqueda de una plataforma sistémica para el estudio de la sociedad y el desarrollo como problema


El concepto de desarrollo es quizás uno de los más frecuentemente citados a la hora de definir, justificar y llevar a cabo procesos de investigación en las sociedades denominadas subdesarrolladas o en vía de desarrollo. No obstante, se ha partido generalmente de una definición axiomática a partir de la cual se derivan lógicamente un conjunto de tareas y políticas a las cuales se les asocia de manera inmediata un conjunto de atributos y bondades que debieran servir para alcanzar estados que indiquen tendencias incuestionables de alcanzar la elusiva meta del desarrollo.


De este modo, el desarrollo se ha asumido como el resultado de un proceso técnico de definición de medios para alcanzar un fin incuestionable. En este proceso de tecnificación del desarrollo se asume que la población constituye una variable más que se comporta según cánones generalmente asociados a las estadísticas biométricas y, en los casos de mayor complejidad, a través de la definición e identificación de espacios de actuación asociados a formas de organización en términos de intereses particulares o sectoriales. Es decir, en el proceso de tecnificación del desarrollo el ser humano se le transforma en tanto que individuo en expresiones antropométricas y biométricas. En colectivo, se le asocia con comportamientos racionales estratégicos de cálculo egocéntrico de beneficios.


El desarrollo aparece así en un espectro asociado a la negociación de intereses en un marco liberal hasta el seguimiento automático de políticas centralizadas asociadas a las formas de gobierno denominadas comunistas. En todo caso, el espectro deja por fuera, la razón por la cual se pone en marcha todo un sistema de recursos naturales, organizacionales, institucionales y finalmente, el sistema de los denominados valores éticos o humanos que se dan en la sociedad, a saber, el ser humano.


El desarrollo devino de construcción social a una forma imperativa de ordenamiento de las sociedades en función de lo económico y el mercado, quizás lo único que aún se sostiene, a duras penas, después de la debacle de la fe en el progreso, la técnica y la ciencia (E. Morin).


La irrupción del Desarrollo Endógeno implica algo más que la actualización del discurso del desarrollo que continuamente apela a adjetivos para renovar su discurso. Términos como económico, industrial, humano, local, sustentable e incluso, endógeno se van sucediendo para recobrar al desarrollo como la meta incuestionable de toda sociedad. El punto de partida, del que los capítulos de este libro pretenden parcialmente formar parte, es precisamente proponer que el concepto de desarrollo implica un auténtico interrogar de aquello que constituye las potencialidades de una sociedad, ya no en términos de la noción de crecimiento, sino del despliegue de aquello que constituye y enriquece a la sociedad misma.


Constituye pues un reto poder llevar el discurso del Desarrollo Endógeno desde ámbitos vinculados fundamentalmente a la dinámica productiva y económica a espacios de discusión y debate que están asociados a hacer relativo y condicionar estas dimensiones económicas a los procesos sociales, políticos y culturales que rescaten la noción de política y de proyecto de sociedad que paulatinamente se ha ido quedando abandonado por la pragmática del consumo y el mercado.


Más aún, el auténtico proceso endógeno de una sociedad obliga inevitablemente a la definición de los mecanismos institucionales, educativos y de innovación con la cual la sociedad no sólo responderá a la dinámica de la economía global sino a la más local e importante dinámica de la construcción de sociedades periféricas del desarrollo que asumen ahora la tarea de incluso centrar sus esfuerzos en pensar al desarrollo ya no como un proceso técnico sino como el más grande reto que se plantea al conocimiento y la política de los albores del siglo XXI: Asumir las diferencias culturales como un mecanismo para entender la dinámica de la globalización como una entre otras posibles dinámicas de intercambio de lo que la sociedad produce, más allá de lo económico. En verdad, se trata de fortalecer las competencias de las localidades no para insertarlas en el mercado global sino, para desde una perspectiva más simple y menos ambiciosa, generar y escalar las dinámicas de intercambio a niveles que sean manejables para el entramado institucional, social y económico de las colectividades.


En el ámbito del Pensamiento de Sistemas y en particular, en la Sistemología Interpretativa, se ha tenido un interés permanente por comprender el agotamiento de las fuentes de legitimación en la sociedad moderna. Aspectos tales como: la relativización del progreso, el deterioro sostenido de los recursos naturales, la creciente pobreza en la mayoría de las naciones y el creciente dominio de la racionalidad tecnológica en todos los ámbitos del quehacer humano; son sólo algunos de los sintomas que van mostrando la necesidad de un nuevo modo de conocer el mundo y de estar en el mundo. Un modo de conocer que supere las limitaciones de la ciencia moderna, que se han empezado a revelar como insalvables dentro de su propio seno.


Uno de los espacios sociales donde se hacen evidentes estos aspectos de ruptura de la legitimidad de la sociedad, lo constituyen los sectores marginados de la sociedad contemporánea. Desde estos sectores comienzan a desarrollarse algunos esfuerzos buscando superar los procesos de exclusión, fragmentación y alineación. Estos esfuerzos se han ido convirtiendo, al menos en el discurso, en un potencial mecanismo para adelantar procesos de cambio en la sociedad, y en consecuencia, fueron considerados como instrumentos propicios para adelantar modos alternos de concebir a la sociedad en su totalidad y los cuales podrían dar lugar al desarrollo de formas distintas de aproximarse al estudio y comprensión de los fenómenos sociales.


Sin embargo, la aparición de estos esfuerzos y de discursos como el desarrollo endógeno no pueden entenderse como un evento aislado que irrumpe abruptamente para permitir la alteración radical de una forma de entender al ser humano, la sociedad, y en general, al mundo. Desentrañar las circunstancias que han hecho posible la aparición de estos esfuerzos y propuestas de cambio en el presente, y de los discursos que las sostienen o se les oponen, constituyen tareas fundamentales para poder comprender la organización de la sociedad en su totalidad, en particular las organizaciones públicas, como un fenómeno holístico que caracteriza a (y está caracterizado por) la sociedad del presente.


De esta forma, podemos resumir en dos dimensiones la plataforma sistémica para el estudio de las organizaciones públicas en el marco del desarrollo endógeno. Una primera, referida a la exploración de las condiciones de posibilidad de este tipo de desarrollo y los modos de organización destinada a llevarlo adelante por parte de las instancias públicas. La otra dimensión, tiene que ver con la búsqueda del sentido del fenómeno de las organizaciones públicas y el desarrollo endógeno en la sociedad contemporánea, con el propósito de desentrañar los distintos significados que acompañan al boom experimentado por este discurso de transformación de la sociedad venezolana.


Para explorar, con mayor detalle, la naturaleza de la pregunta por el sentido de la organización de la sociedad, es necesario considerar, ahora, una escena más amplia: la referida a las condiciones de la sociedad moderna periférica.


Las sociedades modernas periféricas y la búsqueda del bien común


Entre los aspectos identificados como importantes (para el despliegue de una forma de pensamiento distinta a la de la ciencia moderna), hemos señalado el aparente agotamiento del discurso del progreso y de la modernidad como fuentes de legitimación para la acción en la sociedad. Este agotamiento del discurso legitimador moderno, presenta algunas condiciones peculiares al ser comparado con otros momentos históricos en los que cierto discurso legitimador fue objeto de crítica y, finalmente, fue sustituido por otro.


Lo más peculiar de la crisis de legitimidad del discurso moderno, radica en el reconocimiento de la naturaleza contingente de todo discurso legitimador, cualquiera que sea su contenido. Es decir, la disputa ya no es contra un discurso legitimador específico, sino contra cualquier esfuerzo por fundar las acciones humanas sobre un discurso que las legitime. La subversión de la legitimación adquiere, así, un carácter más profundo de crisis, pues supone que la pregunta por el sentido de las acciones humanas es accesoria e irrelevante.


No obstante, esta subversión es incompleta, dado que aún se sigue apelando a criterios normativos para evaluar las acciones: expresiones como "eficiencia", "efectividad" y "eficacia", dictan los criterios para evaluar las acciones colectivas o individuales. Pero se ha extraviado la pregunta por los marcos o contextos en los cuales estas expresiones adquieren sentido. Pregunta que se hace más necesaria en la medida en que los diferentes modos posibles de evaluar la acción social provengan de contextos implícitos que sean contradictorios entre sí.
En las sociedades marginales (o periféricas) al discurso de la modernidad, la crisis de legitimidad de la modernidad tiene importantes efectos adicionales. Por una parte, la ruptura del discurso legitimador moderno implica la relativización de las formas de producción (económica, cultural, política y social) que fueron impuestas o aprehendidas, de forma incompleta y fragmentaria, en estas sociedades periféricas, acabando con las formas culturales propias de estas sociedades. Por otra parte, es necesaria una comprensión crítica de las ruinas del orden moderno para poder capitalizar la liberación que supone, para estas sociedades, la crisis de la modernidad.


En resumen, a la sociedad periférica moderna le corresponde la tarea de comprender y hacer propio el proceso de crisis de legitimación de la modernidad, de tal forma que pueda generar un discurso legitimador nuevo --el cual se hace posible porque la modernidad ha perdido su papel fundador de la acción en la sociedad. Pero, además, debe enfrentar el reto que supone la subversión de la legitimidad de cualquier discurso que la pretenda. Esta tarea --de acabar con lo anterior y ser capaz de construir algo nuevo sobre un terreno que continua en movimiento-- supone un ejercicio crítico de construcción de discursos legitimadores y de formas institucionales que lo apoyen. Tal esfuerzo no está necesariamente limitado a las formas institucionales modernas, sino a toda forma de organización o institución que busca tener sentido en la sociedad contemporánea..


La creciente presencia de organizaciones formadas por la comunidad para atender sus propias necesidades (o las necesidades de otros sectores, considerados en situación de desventaja), no se puede justificar, solamente, como resultado de una posible preocupación por los problemas que aquejan a otros semejantes. Entre otros factores, es importante destacar la aparente demanda o necesidad de una nueva trama de la acción pública en Occidente. Se trata de una demanda que va más allá de la crítica al Estado Benefactor, o de la crítica a la ausencia de formas democráticas en la conducción de los asuntos públicos.


Es plausible señalar que la necesidad o demanda de nuevos actores en la acción pública, e incluso de una nueva trama --y con ellos la aparición de nuevas formas de organización, capaces de articular los intereses colectivos o comunitarios-- que permitan superar los efectos indeseados de la modernización (exclusión, marginalidad, pobreza, alienación) son manifestaciones de la crisis de legitimidad en la sociedad moderna.


Todo lo anterior supone que la crisis de legitimidad en el espacio público conduce a problemas de gobernabilidad en la sociedad, a dificultades para la definición y realización del bien común y, de manera más profunda, al problema de la racionalidad del gobernar --que, se supone, alcanzó sus mayores logros en la modernidad.


La organización pública:


Considerando el escenario anterior, resulta importante estudiar las formas de organización pública en Venezuela y en América Latina. Sin embargo, su importancia va más allá de entender el problema de la crisis de legitimidad que enfrenta la sociedad actual; se trata, además, de desplegar otros posibles significados de esta crisis en las condiciones particulares de la sociedad latinoamericana, y en vista de la aparición de una demanda de reconstitución del espacio público que, aunque claramente moderno, se ha convertido, sin embargo, en fuente de crítica para las formas de organización de la misma sociedad moderna.


Entre otros aspectos, es lícito preguntarse por la condición de ficción social que el concepto de desarrollo y el estado-nación encarnan en el quehacer público de nuestras sociedades. Para comprender las condiciones de posibilidad históricas de ambos en el presente, son definitivamente fundamentales las preguntas referentes a la legitimidad misma del desarrollo endógeno y las organizaciones del Estado, y a su papel legitimador en el presente momento de transición (de formas institucionales modernas, a formas aún no claramente establecidas para la definición del bien común y para el ejercicio del gobierno).

 

Publicaciones más relevantes

  1. Ochoa, A. "Una aproximación crítica al papel de la organización comunitaria en el ámbito del desarrollo sostenible". Revista Iberoamericana de Autogestión y Acción Comunal, 1998.
  2. Ochoa, A. "An interpretive-systemic framework for the study of community organizations", Systems Practice and Action Research, 11(5), 1998; pp. 543-562.

 

 

 

 

 

 

Diseño Gráfico: Miguel Rodríguez Texto: Alejandro Ochoa